Fotografía: Noticias 24
Hoy, 17 de Julio de 2011, mientras el país celebra el Día del Niño, también se llenó de júbilo todo el territorio nacional, vibrando de emoción, y conmovido por el triunfo de nuestra selección de fútbol, durante casi dos horas, por primera vez en mucho tiempo fuimos uno solo, en sentimiento y deseo. No hubo nadie que apretando los puños en señal de súplica al cielo dejara de ligar a nuestra selección, la que hoy nos tiñó la sangre de vinotinto.
De este episodio heróico podemos obtener varias lecturas, que permito reflejar a través de esta entrada. Comenzando por la humildad que se impuso sobre la sobervia y arrogancia de un equipo que contando con más experiencia y mejor preparación se pensó superior y en alardes odiosos de supremacía salió con la cabeza llena de moretones a punta de tablazos tricolor. Después de promocionar un comercial horroroso en el que se jactaban de saber mucho más que nosotros de fútbol y burlarse de nuestra novelística ideosincracia, tuvieron que bajar la cabeza a pesar de una brutal arremetida que durante el segundo tiempo nos mantuvo sufriendo ante la posibilidad de abadonar la Copa.
Nuevamente la humildad se impone para demostrar que cuando un colectivo trabaja realmente en conjunto dirigido por el mismo deseo y con la sangre ardiendo en inspiración, todo es posible, incluyendo los hechos menos probables según la estadística y los pronósticos. La lección que nuestra selección le da al mundo es innegable, pero más fuerte es la que nos ofrece a nosotros mismos, como individuos y como país.
Hoy se ha suscitado el avance más importante de Venezuela en materia de fútbol, y aun sin pensar en el desenlace del próximo partido, debemos sentirnos campeones porque se han roto las barreras de lo posible y los límites de la capacidad. Por primera vez llegamos a cuartos de finales en la Copa América y le ganamos a una selección poderosa y consumada como la de Chile. Ya realmente poco importa si nos imponemos en el próximo encuentro de semifinal, porque el sabor del triunfo que hoy alcanzamos nos ha levantado del suelo mediocre de no pensarnos un equipo capaz. Hoy aprendimos que SÍ SE PUEDE, sin reparar en lo que piensen y digan los demás.
Nada es imposible ante un equipo inspirado, porque en esta inspiración se condensa una fuerza que va más allá de la razón y las cuentas. Por eso no resulta descabellado pensar en la posibilidad de ganar el próximo partido y llegar hasta la Gran Final. ¿Quién dijo miedo? Recordemos la historia de David y Golliat. Sí se puede en nuestros pensamientos también se puede en la realidad, sólo hay que meterle el pecho y entregar el corazón, y en eso nuestro equipo de fútbol ha demostrado maestría y superioridad. Hoy este puño de muchachos, liderados por César Farías nos ha llenado de alegría y orgullo, nos ha unido como pueblo, nos ha he hecho pintarnos de tricolor el rostro y el pecho, nos ha permitido ver un rayito de luz entre las nubes oscuras del desasosiego; pero más alla de eso, nos ha hecho reparar en el hecho de que las cosas son como nosotros querramos que sean.
Hoy nuestro equipo de fútbol nos ha hecho ahondar en nuestro imaginario colectivo; nos ha permitido saborear en un tímido pero ansiado sorbo el sabor dulce y caliente del triunfo; nos ha regalado un día de júbilo colectivo y monocromático; y nos ha hecho ver, que realmente la sangre es vinotinto!
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