Sobre @ArizonaRockCoach

Sobre @ArizonaRockCoach
Princesa Hechicera del Reino Indómito de Urumaco; guarapera empedernida, coach ontológico, pasajera, y transeunte de una vida Sin Desperdicio

Guarapo

La Real Academia Española explica que la palabra "guarapo" es una voz quechua cuya definición reza: "Jugo de la caña dulce exprimida, que por vaporización produce el azúcar".

Para nosotros los venezolanos, el guarapo aparte de refrescar, también se asocia al temple y poder de decisión. Este blog tiene por meta refrescar con dulzura la fuerza en el corazón, y ayudarnos a continuar con optimismo y coraje este incierto camino que, cada vez más escabroso, se llama vida.

sábado, 23 de febrero de 2013

GORDITA Y CHINITA

Fotografía: Lomography Home of the Day - spidey27 vía tumblr.com

Continuando con mi búsqueda de las piezas, que he dejado regadas en cada aventura y en todas partes, para ensamblar finalmente esa "Buena Persona" que me he propuesto ser, me tropiezo, y hasta caigo de manera graciosa  con la tierna aspereza de la HONESTIDAD. Palabra sencilla, bonita y sonora, fácil de decir y muy difícil de asumir. 

Y cuán encomiable se nos hace aplicarla cuando estamos en perenne proceso de evolución. Porque saberse cada día diferente, para bien o para peor, requiere su esfuercito y lotes de objetividad, pero subsistir en una sociedad desvalorada, borrosa y que honra las apariencias y las pautas publicitarias supone una épica conquista del ego y destrucción de viejas programaciones implantadas desde la niñez.

Como para buscarse a los personajes de Leo Di Caprio y Joseph Gordon Levit en "Inception" y pedirles que saquen de nuestras psiquis esa idea perniciosa que, tal como lo expresa Yehudá Berg: "nos enseña a preocuparnos más por cómo somos percibidos en vez de por lo que somos realmente". Y a esto yo le agrego para darle sabor al caldo: ¿Cuántos de nosotros nos hemos puestos serios frente al espejo, a preguntarnos sí eso que vemos es lo que realmente somos?

Seguramente en más de una ocasión, pensándonos impotentes habremos bajado la cabeza en señal de derrota y de confesa falta de honestidad, más con los demás que con nosotros mismos. Así como lo dice Erich Fromm y muchos otros pensadores: la primera relación que debemos cultivar y mantener en buen estado es la que tenemos con nosotros mismos. Y es aquí donde salta rapidito y bien dispuesta: esta infanta super heroína que se llama HONESTIDAD.

Yo la veo como una pre adolescente gordita y chinita, con el cabello negro y lisito, cachetes rosaditos y esa dulce  sonrisa irresistible que sentencia que ella no tiene nada que ver con la verdad, que lo de ella se enfoca más en la tranquilidad; que me toma suave de la mano para guiarme a la Expo 2013 de mis más profundos pensamientos, sinceros sentimientos y más claras ideas; que me empuja traviesa a hablarme de frente y sin tapujos, y me enseña cómo dentro de mis heridas debo hurgar; y, que con un manotazo sonoro en la espalda me hace saber todo el tiempo, que aunque voy bien, todavía me falta mucho por mejorar.

¿Cuantas veces nos hemos tapado los ojos para no ver en el espejo? ¿O hemos puesto un cuadrito encima de la grieta para no verla más? O, ¿Hemos levantado la alfombra para echar el polvo rapidito debajo de ella antes de que entre la visita? O, ¿le hemos subido volumen al radio para no escuchar nuestra voz interna, esa que nos habla con la más pura y terapéutica HONESTIDAD?

El miedo, la comodidad y la necesidad de aprobación siempre se la juran a la gordita chinita, y buscan por varios medios, sacarla del cuarto, cuándo es ella quien, con tan solo un suspiro, nos puede quitar el polvo de la vista y aclararnos el camino. Y aunque a veces no cae del todo bien, hablar con brutal honestidad, es la mejor manera de mostrársele uno a la vida: imperfecto, con virtudes y con defectos, con obras en construcción, con fobias y manías, con sueños y anhelos, con apetencias y apegos, con fortalezas y debilidades, con días de sol y de desgano.

Y tan importante que es tener la vista clarita, a la hora de diagnosticar lo que sucede en nuestros adentros, por eso siempre hay que echarse sus goticas de HONESTIDAD; y también importante es construir relaciones sinceras con quienes pululan en nuestro universo, por eso es mejor cargar a mano el frasquito con la etiqueta de la gordita chinita. Citando de nuevo al maestro kabbalista: "Todos tenemos fallas. Todos cometemos errores. Cuando decidimos exponernos a nosotros mismos, con todo y nuestra basura, las personas saben lo que están obteniendo y aprecian el coraje que conlleva ser así de abiertos. Entonces así se pueden identificar con nosotros, ser uno con nosotros". 

He podido observar que muchas de mis relaciones más fuertes y mejores, son aquellas en las que he sido brutalmente honesta, y me he mostrado transparente. Y también he podido comprobar que resulto más efectiva, y más certera cuando monto en el asiento de mi carro, a esta gordita chinita de cachetes rosados y mirada pícara y curiosa que se llama HONESTIDAD.


La Buena Persona

Fotografía lomographicsociety:
Explore Lomography Nearby - Kathmandu, Central Region, Nepal
Es difícil no abismarse ni entrar en pánico ante los corroídos tiempos que estamos enfrentando, en los que (sin querer rozar las problemáticas políticas) nos encontramos con una sociedad enferma y deformada por la apatía, el resentimiento y la crueldad; repleta de jóvenes que venden a sus familiares y amigos a los pranes para ser extorsionados, que se autosecuestran para sacarle dinero a sus seres queridos, que no vacilan a la hora de exponer sus intimidades a la luz pública sí eso representa un ingreso, y que sin remordimiento alguno matan a sus semejantes sin siquiera pestañar.

Ante una realidad así, los que abrimos los ojos para ver un poquito más allá de los reality shows de tv, miramos con preocupación el tamaño del reto que se nos impone, a todos, porque eso de hacerse la vista gorda ya no está funcionando, y no sirve cuando te percatas de que son nuestros niños los que van a tener que abrirse paso y subsistir en una ciudadanía que no se respeta, que no se quiere y que rinde tributo a lo material, a la violencia y a la apariencia.

Y basta sólo con buscar las estadísticas para entender que son los jóvenes los que viven la gran amenaza, así que nos toca a los ya más grandecitos, salir a enmendar de alguna forma el daño que nuestro silencio y flojera causó. Y hay que hacerlo de forma esperanzadora y entusiasta, porque, como dice el Residente de Calle 13, "ya casi no hay gente buena",  y ese casi es una buena noticia, y reflexiones como estas también. Y aunque suene a utopía lanzarse a sembrar aquel concepto vintage, casi extinto de la buena persona, vale la pena intentarlo y comenzar por uno primero.

Para generar cambios tenemos que empezar desde adentro y con movimiento y acción. Los cambios no se generan solo pensándolos sino también obrando, y lo más bonito es que por lo general surgen desde pequeñas acciones impulsados por un corazón sensible y valiente que se paró firme ante una injusticia. Creo que esta necesidad que se observa en ciertos sectores de buscar información para crecer, aprender y avanzar, es un reflejo incondicionado y hasta inocente de encontrar en la propia superación la solución para hacer una sociedad mejor.

Otra buena forma de aportar a la construcción de un mundo mejor es entender que como ser humanos trascendemos la forma y el cuerpo para encontrar poderes asombrosos que yacen a través de nosotros y que se desarrollan despertando esa parte, a veces nunca descubierta de nosotros, que se llama espiritualidad. El maestro kabbalista Yehuda Berg expone que: "Vivir la espiritualidad es estar en un constante proceso de transformación y para hacerlos necesitamos ser honestos sobre nuestra negatividad, con otros y con nosotros mismos".



Sobre la honestidad hay mucho que decir, y para eso nos tomaremos otro capítulo aparte, lo importante en este momento es reconocer, que todos somos responsables y que es imperiosa necesidad en pro de nuestra supervivencia rescatar valores morales y regar amor como premisa. Y si partimos de que la sociedad la hacen sus hombres (y mujeres) entonces empecemos desde ya a mirar hacia adentro, para sacar las impurezas, enmendar nuestros errores y comenzar a predicar la paz, y la sana convivencia con nosotros y con los demás.


Que no nos de miedo mostrarnos imperfectos y vulnerables, y estirar la mano en señal de búsqueda de ayuda. Es el primer paso para cambiar. Y después que no nos de miedo, abrazar alguien que se sienta solo, o abrir la boca para denunciar una injusticia o compartir nuestra información. El mundo necesita mejores personas, más felices, más sanas, más queridas, seguras y confiadas. Hazte una de ellas, y empieza a trabajar en tu perenne transformación y por ayudar a los demás. Abre los ojos, es el momento, siéntente parte de lo que está sucediendo, porque este es tu aquí y tu ahora, y de eso sólo tu te puedes encargar, nadie más. Y si ya te sabes bueno y muy decente, ten presente que siempre se puede mejorar, y que tal vez sea el momento de pararte firme y empezar a promover los cambios suaves y voluntarios en los demás.

Se mejor tu, para que todo a tu alrededor pueda mejorar. Cambia tu, para que el mundo que quieres, y que todos necesitamos, sea una realidad.



sábado, 9 de febrero de 2013

EL MILAGRO DEL PERDÓN


Fotografía: lomographicsociety vía tumblr.com

Creo haber comprendido que a la final, uno decide cuándo ser feliz, y tomar la disposición de lograr lo que quieres para ti. Elección que aunque suene tácita, obvia y hasta obligatoria,  no tiene acceso evidente y se tapa con una maraña de hábitos negativos vestidos de culpa, resentimiento y rencor.
Vamos caminando en la cuerda floja, y sobre nuestra barra de equiibrio montamos: los regaños de pequeños, y las mofas del colegio; los tempranos desamores y los desaires adolescentes; las injustas notas en la universidad y los juveniles errores; las incomprensibles envidias y los conflictos del trabajo; los soberbios abusos y el punzante egoísmo; la convivencia en el matrimonio y el miedo que implica ser papá o mamá; el abandono del ser y los vertiginosos atropellos de la vida actual.
Total que al mirar con consciencia el tiempo invertido en pensar, y el rango de libertad de acción, tal vez nos encontremos con el desolador paisaje de un corazón abatido, exhausto y corroído de tanto albergar dolor.
Pero como todo tiene su cura y su solución, lo bueno es que existe un remedio exquisito y redentor que se llama perdón. Que bien es cierto que no se compra con papel moneda, pero sí con fuertes dosis de arrepentimiento y deseo de enmendar, es decir, de reponer de alguna forma la falta que se causó a consecuencia de nuestro acto de alevosía o error.
Sería bueno comenzar por bajar de la carretilla el rencor que podamos poseer hacia aquel que con ingratitud nos ha pagado, o que sin entender el porqué nos ha hecho mal; y aún sin que los perpetradores de los ruines actos lo pidan, vamos a hacernos más poderosos y a propinarles un egoísta perdón, que tal vez a ellos no los libere de culpas, sino que nos quite a nosotros de encima el peso de ese molesto e ineficiente rencor, porque siendo pragmáticos, no nos aporta nada en nuestro camino, al contrario.
Aumentando el nivel de riesgo y compromiso, también debemos reconocer que queriendo o sin querer, a otro, en algún momento le habremos hecho mal. Y al igual que con varias enfermedades, mientras más rápido sea el diagnóstico, mejor y más certera la cura y la recuperación. Fueron los mismos fundadores de Insight, John Roger y John Morton quienes asentaron que el perdón es una manera de resolver tu propia sanación. Si no te sientes tan bien, si no eres tan feliz, si algo te molesta, el perdón puede ser una gran manera de nutrirte y de cuidar lo que te aqueja. 
Pedir perdón a los demás, no te hace débil, al contrario te hace humilde y te hace fuerte, capaz de aceptar con valentía que has hecho mal, y emprender con entereza el reto que implica saberse imperfecto frente a los demás. Y vaya que libera pedirle perdón a alguien, es un sacudón fuerte de mata, que te quita de encima los frutos podridos y pesados del resentimiento. Es una epifanía refrescante y potenciadora de energía, que debe venir seguida de un propósito y un acto de enmienda. No solo la palabra, el sentimiento de arrepentimiento y la vergüenza, sino también la acción de resarcir de alguna manera el impacto negativo de nuestro acto.
Y el “Ultimate Fight” del perdón, que nos sube tres escalones en elevación espiritual es el autoperdón. Otra palabra que suena fácil, y que pareciera natural, y sin embargo al levantar las costras más profundas de nuestro corazón, nos encontramos con el hecho de que a veces, somos inmisericordes con nosotros mismos, y en ocasiones hasta el punto de ni siquiera darnos cuenta de lo crueles, hirientes, rigurosos y hasta morbosos que hemos sido con nuestro propio ser. 
Análisis objetivos, meditaciones profundas, lecturas reflexivas y claridad en la intención: son cosas que iluminan el camino y aclaran la visión, para mirar en ese hondo hoyo que hemos dejado filtrar en el corazón. Unas elevadas inyecciones de amor propio, que deben ir subiendo en dosis hasta llegar a incondicional, y unas firmes ganas de obrar milagros y ser una persona mejor.
Perdona, perdónate y pide perdón. No es tan difícil, y como en los deportes, mientras más lo practicas más fácil se te hace, y te sale mejor. Y citando nuevamente a Roger y Morton, cierro esta reflexión con la siguiente frase: Muchos han descubierto que cuando perdonan, suceden milagros.