Luego de haber realizado el video recuento de lo que fue el Adícora Kite Viento Extremo 2009, se despertó en mi una gran curiosidad por descubrir cómo con una cometa y una tabla hombres y mujeres son capaces de recorrer largas distancias desplazados sobre el mar y volar haciendo piruetas y malabares, que de lejos se ven fáciles pero que requieren gran complejidad.
Mi amigo Roberto Sierra comenzó a instruirme un tanto en el manejo del training, un kite pequeño con el que se imparten las primeras lecciones a fin de conocer el manejo de la barra, el dominio del viento y las entradas de aire al kite para mantenerlo suspendido a una altura de 25 metros aproximadamente.
Era un día de mucho sol, y yo muy juiciosa me encontraba en el medio de la bahía de Playa Sur, uno de los mejores puntos para la práctica de esta actividad, paradita atenta piloteando el pequeño cometa, cuando sigiloso se me acerca Honorio a supervisar mi desempeño, y en menos de 5 minutos habíamos acordado un trueque: yo le hacía un video de demostración para buscar patrocinantes y él, me daba el curso de kitesurf. Así se inició mi relación con el hijo de Tulio y Reina, mi joven maestro.
Honorio tiene 22 años, nació en Coro y es el tercero de cuatro hermanos. Es alegre y dicharachero, y como instructor es bastante paciente y competente. La experiencia le ha permitido meterse a la gente en un bolsillo, y su trato es ameno y agradable, capaz de hacer de una experiencia estresante un momento divertido. El pobre se topó con una alumna temerosa e inconstante, así que la lentitud de mi progreso no es su responsabilidad. Asumo públicamente la culpa.
Cuando se le habla de este deporte los ojitos le brillan y de sus labios salen palabras emocionadas como: “¡Es algo especial, que llego a mi vida! Es una pasión que nos hace descubrir aquella adrenalina que siempre buscamos” y raudo se presta a contar su encuentro con el kitesurf cuando siendo aun un niño, al ver a los alemanes que llegaban a Adícora a navegar, comenzó a inventar con una carpa junto a sus secuaces (ahora también profesionales de esta disciplina extrema) y “luego comencé a trabajar en una posada y escuela de kite para ganarme los equipos.” Añade.
Este amante de la pesca, del windsurf, del submarinismo y del reggae, está recién casadito, y de todos los del grupo destaca porque tiene el comercio en sus venas, y tal como lo hemos notado todos los que le hemos tratado lo que está es pendiente de un negocio.
Sus días transcurren entre sus alumnos, su carrito de cepillado, sus tigritos como asistente electricista y las actividades propias de la Fundación Adícora Kite Team, la cual junto a varios de los próximos entrevistados y otra banda de muchachos de ese hermoso poblado de Paraguaná, han fundado para recoger fondos y promover la práctica del deporte, así como la formación de nuevos talentos dentro de esta disciplina.
Nunca se me olvidará el gesto amable y generoso que tuvo cuando en medio de una extenuante lección me invitó a tomar sopa en su casa materna, y mucho menos su reacción responsable cuando por imprudente y confiada giré en espiral por los cielos alrededor de otro kite, afortunadamente, y gracias a su rápida intervención no pasó nada que lamentar, solo el reventón de una de las líneas de su canopia.
He tenido la gracia de ver crecer y madurar a mi teacher convirtiéndose en el hombre visionario y emprendedor que es ahorita, enamorado de su vida y de su preciosa Heilyn, la imponente moza con la que se acaba de casar. Y puedo certificar, que tiene por meta de vida ser recordado como una leyenda en Adícora y, aunque todavía le falta mucho por recorrer y por vivir, se siente agradecido con el kite por la experiencia, los contactos y las anécdotas obtenidas, mencionando en especial aquella vez en la que practicando algunos trucos, quedó desnudo al caer al mar, después de la fallida pirueta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario