Sobre @ArizonaRockCoach

Sobre @ArizonaRockCoach
Princesa Hechicera del Reino Indómito de Urumaco; guarapera empedernida, coach ontológico, pasajera, y transeunte de una vida Sin Desperdicio

Guarapo

La Real Academia Española explica que la palabra "guarapo" es una voz quechua cuya definición reza: "Jugo de la caña dulce exprimida, que por vaporización produce el azúcar".

Para nosotros los venezolanos, el guarapo aparte de refrescar, también se asocia al temple y poder de decisión. Este blog tiene por meta refrescar con dulzura la fuerza en el corazón, y ayudarnos a continuar con optimismo y coraje este incierto camino que, cada vez más escabroso, se llama vida.

lunes, 11 de marzo de 2013

Lo Que pasa cuando dices Si y piensas NO


Texto y Fotografía: Mindalia.com

Muchas veces, cuando alguien te pide algo, te sientes en la obligación de concedérselo porque crees que es lo que se espera de ti. Pero, al mismo tiempo, te sientes mal porque, en el fondo, no querías hacerlo.

Puede que estés confundiendo una actitud servicial y bondadosa, con un problema de autoestima que te lleve a querer gustar al otro por el continuo miedo a que ya no te quiera. En esas situaciones, eres capaz de hacer todo lo que te piden, con tal de no defraudar a tu pareja, a tu jefe o a tus hijos.

Pero, recuerda que el amor propio comienza practicando la honestidad contigo, sabiendo que tanto el "sí" como el "no" son opciones que puedes valorar en cada momento, diciendo "sí" cuando quieres hacer algo o "no" cuando realmente no lo deseas.

Decir "sí" cuando piensas "no", puede llegar a crearte un conflicto interno entre lo que realmente quieres hacer y lo que esperan los demás que hagas.

Si quieres sentirte bien, debes prestar mucha atención al chantaje emocional que pueden hacerte. Por ejemplo, tu pareja cuando te pide algo que no deseas hacer y trata de convencerte con una expresión como: ¿Es que acaso ya no me quieres?. O tus hijos cuando buscan satisfacer un deseo y te utilizan para poder conseguirlo sólo con tu esfuerzo, con expresiones tales como: ¡me prometiste que lo harías por mí!, cuando en realidad, nunca prometiste tal cosa.

Ya sabes que convivir con los que te rodean es, a veces, muy complicado. Cada cual trata de llevar al otro a su terreno, sin realizar nunca ninguna concesión y esperando siempre que tú des el primer paso. Si deseas que esta convivencia no sea para ti una fuente de estrés que muchas veces te paraliza o te fuerza a ceder continuamente, debes mantener tu mente alerta y convencerte de que no quieres más a los demás por las cosas que haces por ellos, sino por la disposición interna a realizar lo que en cada momento esté en tu mano, sin excesos ni cargas inútiles que no te corresponde a ti llevarlas.

Si quieres crecer como persona, sintiendo que tienes una buena disposición para brindarte a los demás, practica la generosidad con ellos, pero también contigo, motivándolos con palabras positivas a que se hagan responsables de cualquier iniciativa o deseo que tengan, animándoles a que se esfuercen por conseguir lo que quieren y haciéndoles ver la satisfacción y experiencia que obtendrán con ello.

"Si quieres, puedes", es la frase que define tu respuesta abiertamente colaborativa que podrías tener con los demás y que, bien enfocada, puede ser para ti una fuente de alegría y satisfacción. Si a esta sana actitud le añades un diálogo abierto, optimista y positivo con la persona que te pida algo que suponga para ti un esfuerzo, sea de la intensidad que sea, al mismo tiempo que intentas obtener de esta colaboración una experiencia positiva para ambas partes, tus "negativas" casi siempre serán recibidas con la atención que tú tanto te mereces. ¡Haz la prueba!

sábado, 2 de marzo de 2013

El Vaso Roto


Fotografía: Pinterest
Texto: Arianny Valles - Inspirado en la película Silver Linings Playbook
Su pecho trepidaba repleto de emoción, y su boca se abría angustiada buscando inhalar bocanadas de un aire que no quería recorrer sus pulmones. Su rostro rojo de tanta ira y los ojos vidriosos de tanto dolor, evidenciaban otra explosión de energía mal canalizada y frustración.
Porque no es tan agobiante e hiriente, caerse estrepitosamente al piso, como el rechazo solapado y el fresquito envidioso de los demás. Esos que en las buenas daban de palmadas y adulaban con escondido recelo, queriendo halarle inclementes, y como es natural, a su zona de comfort.
Era un vaso lleno de amor hacia alguien más, que simplemente un día se rompió. Cómo habrán mas de mil por ahí: con astillas y grietas de fractura, que hasta no ser arreglados, se tienen que vaciar porque están imposibilitados para contener; O cómo habremos muchos más por acá que, ante enormes presiones autoimpuestas, habremos estallado en 500 pedacitos regados por toda la vida.
¡Y que labor  tan interesante! esta de recoger los vidrios por un tiempo, para volver a diseñar a lo “art decó” un vaso nuevo y diferente, con lo que fuimos un día. Reciclado con el amor puro y verdadero de los que a nuestro lado siempre van a estar, aunque no nos sepan tratar; y pasado por el fuego abrasador de la redención y la firme intención de hacer una vasija más fuerte y recomponer la ruta. 
Era tanto su deseo de demostrarse poderoso, que la vista hacia un objetivo volteó y allí se quiso quedar. Se negaba a ver en otro precioso  vaso roto, las señales del destino, que le decían que no siempre lo que pensamos perfecto, es lo mejor para nosotros. Y ¡Claro! cómo andaba buscando enmendar un daño, y demostrar algo que era obvio para el mundo entero menos para él, se puso las gríngolas y por un tiempo cabalgó por aguas turbias y violentas, buscando la sobrevaluada aprobación de los demás.
Hasta que un día accedió a abrir la vista al horizonte completo, y soltarle el cabestro al apego, bueno a la obsesión, y allí fue cuando por vez primera se acercó a este hermoso vaso curvo e intenso, que al mirar con detenimiento brillaba con multicolores y doradas escarchas de amor.
Moraleja del cuento: no hay que rechazar al vaso roto, porque todos en algún o muchos momentos de nuestras vidas estamos proclives a las fracturas. Es casi inevitable caer al piso y romperse, o astillarse por dentro ante mucha presión.
No hay que rechazar el vaso roto, porque aunque diferente y mancillado no deja de tener belleza y cumplir su función. No hay que rechazar el vaso roto, porque sí está enterito nuevamente, o en proceso de recomposición, esto demuestra que se ha hecho fuerte y que aprendido una profunda lección.
No hay que rechazar el vaso roto, solo porque ha cometido un error. Hay vajillas completas enmendadas con coraje y amor, que con el paso del tiempo adquieren más valor, ese mérito que tiene quien logró salir, tal vez maltrecho, del lado oscuro, sobre aquel quien nunca resbaló. Y sin omitir que mantenerse incólume, como el buen hijo que no fue pródigo ni un día, es una hazaña, también adquiere magnitudes épicas el hecho de decidir salir de la comodidad del descenso o de la seguridad que da la línea recta, para avocarse a la escalada en ascenso. 
Si eres un Vaso Roto, no te amilanes porque haya gente que no tenga la capacidad de apreciar tu belleza interior, por el contrario, debes sentirte más valioso porque lograste de tus cenizas resurgir.
Y sí eres de los que anda buscando vajilla nueva, me permito opinar, respetando siempre la elección, que te estás perdiendo la maravillosa experiencia de darle, y darte, el bálsamo aliciente a otra persona de una segunda oportunidad.