Sobre @ArizonaRockCoach

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Princesa Hechicera del Reino Indómito de Urumaco; guarapera empedernida, coach ontológico, pasajera, y transeunte de una vida Sin Desperdicio

Guarapo

La Real Academia Española explica que la palabra "guarapo" es una voz quechua cuya definición reza: "Jugo de la caña dulce exprimida, que por vaporización produce el azúcar".

Para nosotros los venezolanos, el guarapo aparte de refrescar, también se asocia al temple y poder de decisión. Este blog tiene por meta refrescar con dulzura la fuerza en el corazón, y ayudarnos a continuar con optimismo y coraje este incierto camino que, cada vez más escabroso, se llama vida.

lunes, 22 de octubre de 2012

Haz que pase!


Fotografía: cortesía de pinterest.com
Texto: Arianny Valles

Con los ojos abombados por los incontenibles deseos de llorar 
y las ganas inmersas en desesperación, 
nos ofuscamos pesumbrosos, adoloridos y decepcionados, 
mirando a todos los lados buscando esa tablita de salvación.

Con el amargo en los labios y el sol achicharrando las ideas,
retumba en nuestra mente el certero pensamiento:
que dolorosamente nos grita la hiriente verdad
de que tenemos que cambiar.

Dando vueltas alrededor del problema,
se nos va el tiempo asumiendo, soñando, ideando y planeando; 
y mientras más vueltas damos
más imperiosa se vuelve esa necesidad de cambio.

Con el pecho retorcido ante el miedo y una leve frustración,
golpeamos la cabeza contra la pared,
pensando que en un chichón se esconderán las respuestas
que nos digan cómo, cuándo y por dónde comenzar.

Y ya al borde del precipicio depresivo y exagerado,
ese que tiñe de gris y negro nuestras vidas convirtiéndolas en dramas,
surgirá de entre los cardos y las espinas,
así como guíada por un rayito de luz una tímida flor, la flor de la esperanza.

Es en los momentos de oprobio y angustia,
cuando más nos ataca el veneno de la apatía y del deseo de mandarlo todo al caraj . . .
Es justo cuando hemos recorrido todo el tramo al próximo escalón,
cuando el cansancio propio nos hace ver ver gigantes en la circunstancia exterior.

Y en vez de seguir la carrera, nos tendemos en el suelo a llorar.
Es natural. Es mucha presión.
Es justo cuando estamos vislumbrando el portal de nuestro anhelo
cuando el camino se estrecha más y más.

Y vemos a los demás pasarnos de largo, sin siquiera voltear.
Es allí cuando caemos en cuenta
de que sólo nos hemos enfocado en intentar,
no en lograr.

Hasta en el kabbala se contempla que hay dos tipos de personas:
los que intentan y los que logran.
Los que intentan se esfuerzan mucho, pero realmente no quieren tanto llegar a la meta,
solo corren para sentirse un poco mejor.

Quienes lo logran solo se enfocan en el objetivo, y disfrutan el recorrido.
Y ante cada obstáculo siempre hay un salto gracioso,
que no admite tropezones, que no repara en el dolor;
que no se detiene por flojera.

Se ha dicho tanto que el mundo es de quienes perseveran,
que a veces pensamos que hay un único camino,
y nos enfocamos con obstinación mirando siempre al piso
sin ver que hay otras maneras de llegar a ese destino.

En vez de cuantificar nuestras obras en horas de trabajo y esfuerzo
cualifiquemos nuestro desempeño en el empeño;
y en vez de coleccionar números de llamadas e intentos
no nos conformemos con tratar.

Que si bien es cierto que participar en el juego tiene mérito,
no nos sujetemos a ser actor de relleno en nuestra propia película,
adquiramos el compromiso con nosotros de elevarnos sobre las mortificaciones urgentes
para levantar la cabeza y atender lo que es importante.

Que no se nos vayan las horas inmersos en la cotidianidad,
resolviendo con gran esfuerzo y poca entereza el día a día.
Saquemos las uñas y las agallas, recorramos una milla más
y decidamos valientes salir a buscar los sueños y triunfar de una buena vez.

Repite como ejercicio, sin miedo y con alegría,
la frase que da título a este escrito autobiográfico,
y que te pide que no te conformes con intentarlo y sucumbir,
Vamos, tu tienes la fuerza y tienes el poder: HAZ QUE PASE!


lunes, 8 de octubre de 2012

Hoy es siempre todavía

Fotografía cortesía de Pinterest

Hoy luego de amanecer tras el resultado del más reciente comicio electoral de mi país, salgo a la calle y lo primero que me encuentro es el honesto comentario de una persona de mi afecto: "te estoy siguiendo en el twitter y veo que estás desconectada completamente de la realidad, vives en otro mundo, en una cúpula, tienes que poner los pies en la tierra".   Yo, desconcertada ante el inesperado reproche procesado en micro segundos, respondo con un forzada muesca que trataba de emular una sonrisa, y un aparente caso omiso para proseguir mi camino.

Mi interlocutor me sigue y continúa su ataque, suavizando el discurso al ver mi incomodidad. Yo simplemente había respondido: "yo no soy de las que le echa más porquería (dije otra cosa, pero por respeto a ustedes cambio la palabra) al balde. Es en estos momentos cuando más necesitamos amor". Y mientras procedía a realizar mi habitual actividad matutina, le perdonaba en silencio por su afrenta y trataba de ponerme en su lugar, entendiendo finalmente que la agresión no era conmigo sino con su propia impotencia y desilusión. E inmediatamente concluyó: "bueno, es mejor tomar las cosas con alegría, adaptarse a la situación y seguir". Yo asentí con la cabeza y profundo respiré.

Como lo he dicho antes no pretendo ser entendida, lo que si quisiera es ser respetada, porque yo respeto el criterio y pensamiento de los demás, así disten en gran medida de mis juicios de valores. Y se que para muchos pudiera parecer una hippie comeflor que rehuye de la cruenta realidad para refugiarse en la calma y la armonía de un mundo ideal. Y saben que? me declaro culpable y lo hago con orgullo.

He decidido  hacer de mi existencia en la tierra un tiempo en el que reine la felicidad, celebrando logros y bendiciones, y atesorando cada momento, así sea trágico o infortunado, porque de ellos está llena la vida. Me niego a sentarme durante horas a despotricar y soltar de mi lengua improperios y maldiciones; también me niego a librarme de la responsabilidad por todo lo que en mi vida ocurre, incluyendo las decisiones colectivas, y los flagelos que sacuden la sociedad en la que convivo. Porque sí somos corresponsables, así nos duela reconocerlo.

No me funciona dejarme abatir ante el infortunio y caer en el hoyo frío y desolado de la amargura; tampoco abandonar la lucha ante la apatía de los demás. Sigo peleando por las utopías, porque son ellas, como bien lo dice Galeano, las que nos ayudan a avanzar; no me rindo ante la opresión de la desidia y sigo firme con mi apuesta por la reivindicación del bien. Y lejos de postrarme cómoda en un charco de lamentos y sollozos, les invito a levantar la cara con orgullo y celebrar que cada vez somos más. Les invito a hacer una matriz FODA y replantear las estrategias, y con sincera objetividad enfocarnos todos en remendar nuestras debilidades y trabajar con ahínco para que éste sea un país con futuro, en el que la convivencia sea armónica y de avanzada. Como dijo una mujer muy sabia recientemente: "ya no basta con tolerar, hay que convivir."

No tiremos la toalla, ni nos dejemos caer ante la contrariedad, recordemos que cada día es una batalla, y que cada acción cuenta. Mantengamonos alerta, y con el corazón limpio de rencores y desaliento. Aun en los más encumbrados parajes, aun en lo más profundo del dolor, aun ante el más encomiable reto podemos decidir SER Felices; Aun en el escalofrío de la sensación de abandono, en el foso infinito de la incertidumbre, y en la huracanada desesperación podemos elegir sonreír, y asirnos con fuerza heroica al estandarte de la esperanza.

Si de ajustar engranajes se trata, y de salir a la calle blindados y con 4 ojos, lo haremos. Si tenemos que cambiar hábitos y costumbres . . . plomo! La cosa es no dejarse quitar la voluntad, ni caer en el desánimo, porque es el infortunio el que nos enseña a valorar. Y cierro esta reflexión con un pensamiento de Antonio Machado: Hoy es siempre todavía.