El agua que se evapora, se hace nube y vuelve a caer.
Las barbas del hombre y la silueta de la mujer. El niño que crece para luego envejecer.
El vuelo de la mariposa, el viaje de la hormiguita, el canto de la ballena y la muerte del elefante.
La tierra que gira y baila con el sol. La Luna envidiosa que mueve las mareas al ritmo de un son.
El viento que mece las hojas y las caricias que estremecen la piel.
Las ondas hertzianas, las sonoras y el internet.
Los amores que empiezan y nunca terminan, las relaciones que sí culminan.
El rubor de quien se enamora y la lágrima del que es infiel.
La lengua del camaleón, el salto de las iguanas y el ave que empolla.
La ola que revienta, y al instante vuelve a recoger. La tierra que escupe oro y diamante.
Las malas y buenas ideas. La Vía Láctea y cualquier otra constelación.
El pelo y las uñas que crecen. El cuerpo que enferma, y el que sana otra vez.
La inocencia infantil, la arrogancia juvenil. El cariño de la gente y la locura senil.
El fruto que era semilla, y se hace semilla otra vez.
El polvo que recorre los aires, la electricidad, el sonido y la luz destellante.
Los corazones rotos, las heridas curadas y los males de amor.
La araña que teje, el cocuyo que alumbra. La hoguera encendida y las militancias.
Los cerros que caen y la lava de los volcanes.
La erosión de los suelos, los estados de ánimo y la flor que se abre.
La fe en los humanos y en lo divino. Los ritos mundanos y hasta profanos.
La mueca de una sonrisa y las líneas de la mano.
La moda, tendencias y revolución de pensamientos. El hambre y las enfermedades.
Las escalas de valores, el poder de la oración y estos momentos sublimes de inspiración.
Todo en este mundo fluye en sinfónica espiral, danzando a un ritmo inaudible y universal que a veces sorprende por su inexacta precisión. Lo único que sí es un hecho es que nacemos para morir.
Todo se transforma, como dice Drexler. Todo fluye, se mueve, evoluciona. Y somos parte de él.
No te resistas al crecimiento, no te estanques, no desmayes, ni te dejes de mover. Negarse a los cambios es negarse a vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario