Es cierto que nada en exceso es bueno. Así tenemos que la falta completa de confianza nos detiene y limita. Pues les cuento algo: su exceso también acarrea problemas para nosotros y hasta para los que tenemos alrededor. Debemos recordar que por muy grande el espíritu, nuestros cuerpos, usando el poder del aquí y el ahora, no son mas que minúsculos granos de arena, endebles hojitas de pelusa flotando en el aire, pequeños hilitos de energía que forman parte de una enorme tela de araña en la cual el curso de la vida se balancea, igual que el elefante de la canción.
Es importante que tengamos muy en cuenta que somos parte de un engranaje invisible que mueve las agujas del tiempo y recorre los espacios, y que todas nuestras acciones, grandes o pequeñas, afectan el funcionamiento de esta maquinaria omnipresente. Un error que cometamos, aparte de ser una lección, también afecta a las demás tuercas y tornillitos. Seamos prudentes al obrar y humildes al hablar.
Hoy en el twitter decreté el día de hoy como Miércoles de Prudencia y Humildad, porque a veces se nos olvida que el “Ego desmedido” está al acecho, esperando atacarnos para volvernos ciegos y hacernos creer que no las estamos comiendo. Y nada más alejado de la realidad. De lo único que tenemos control es de nuestras acciones. Ya el estar vivos es un regalo, porque la fatalidad y la desgracia son más probables. Aunque suene contundentemente pesimista, es así. Piénsalo un momento.
Y lejos de ir en contra de mi natural optimismo y positivismo, lo que quiero es que entendamos que estamos aquí por milagro, que somos quienes somos porque se unieron una serie de factores para que así sucediera, que estamos de paso, que somos moradores temporales de este planeta y usuarios transitorios de estos cuerpos maravillosos . . . y no por casualidad. Estamos aquí por diferentes razones, pero en general para disfrutar y jugar limpio, siempre de las manos de unas nodrizas que se llaman humildad y prudencia.
Estamos propensos, como animales pensantes (a veces más animales que pensantes), a creernos la tapita del frasco y hasta mejores que los demás. Sentirnos seguros del camino es necesario para seguir, pero creernos los dueños del camino es diferente. De lo único que tenemos control absoluto, insisto, es de nuestras acciones, por eso hay que enfocarse en ellas, porque hay millones de cosas, sucesos, circunstancia y procederes que no podemos controlar. Y por eso usé el ejemplo de las hormigas: ellas en equipo, conscientes de que son pequeñitas, se enfocan silenciosas a cumplir su objetivo, sin salirse del camino y sin echarle en cara a los demás su poderío. Dónde se ha visto una hormiga faramallera diciéndole al grillo que ellas son mejores porque viven en palacios subterráneos, porque son fuertes como para cargar 10 veces su peso, porque no pasan hambre en invierno y porque su sistema de comunicación es el más arrecho del planeta?
La vida transcurre circularmente, un día estamos arriba otro abajo, y la manera de comportarnos en cada pico (arriba o abajo) determina el éxito de la próxima vuelta. Si estando abajo, nos mantenemos pacientes y tranquilos, es más fácil agarrar cuan surfistas la próxima buena ola que la vida nos presente. Si estando arriba somos prudentes y humildes, el trancazo al bajar no va a sonar tan duro y lo más probable es que seamos merecedores de la ayuda que otro, que esté surfiando, nos pueda dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario