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Mientras el mundo está de fiesta, bailando al ritmo del balón del Mundial 2010, nosotros en Venezuela vivimos enfermos, ezquisos y paranoícos por causa de una nube negra de inestabilidad, inseguridad y zozobra que nos mantiene con el alma inquieta y el espíritu desanimado. Constantemente somos envestidos por los rayos, truenos y centellas que representan las presiones económicas, medidas políticas y el crimen.

Cada vez menos salimos a la calle tranquilamente, cada vez más se estrecha el cerco económico de nuestras posibilidades, y nos estamos encerrando física y emocionalmente. Rejas, portones y cercas eléctricos, sistemas de vigilancia, alarmas, garitas con vigilantes, intercomunicadores, murallas, alambres de púas, candados, perros bravos y demás artilugios adornan horriblemente nuestros hogares.

Las conversaciones personales son menos frecuentes, ya ni por teléfono. Ahora preferimos enviarnos mensajes, chatear, mostrarnos en facebook o en twitter, y escondernos detrás de un ordenador y de un avatar, transitando solamente por las aceras de las ondas aéreas y la superautopista de la información. Nos estamos deshumanizando, por miedo y comodidad.

Salir a la calle para todos los venezolanos (ya no solo en las ciudades grandes) significa una aventura diaria porque no sabemos qué nos pueda pasar en el camino, ni cuándo vamos a ser afectados directamente por las medidas económicas y políticas de nuestro gobierno elegido democráticamente, ni de qué manera vamos a ser agredidos por un conductor agresivo, un vendedor deprimido, un funcionario indolente, y cualquier mortal que tenga problemas (como todos) y se sienta en el derecho de hacerte culpable de sus peos.

No nos ha quedado otra que estar siempre a la defensiva, en posición de ataque y acorazados bajo una armadura de desconfianza y resentimiento. Ahora hay agentes policiales en las escuelas, y los niños ya no juegan en la cuadra; ya no se respetan las leyes de tránsito y las normas cívicas de convivencia; ya no se le tiende la mano a un desconocido, ni se le ayuda al que no sea familia; ya no se saluda en la calle, ni se invita a la gente a pasar a las casas.

No quiero hablar de política, en lo absoluto lo hago, pero hay una realidad que no tiene color. Nos expropiaron la confianza, encarcelaron a la cortesía y están mandando al exilio al respeto. Están saqueando las arcas de las alegrías, se están robando las reservas internacionales de tolerancia y le abrieron un procedimiento administrativo al optimismo. Nos están arrinconando el espíritu, y nos estamos dejando que es lo peor!

Por eso me he avocado a la labor de aliviar nuestros espíritus con estos guarapos, para combatir este ataque constante a nuestras psiquis, estabilidad emocional, autoestima, paz mental, moral y decencia. No nos dejemos!!! Por muy grande que sea el monstruo solo en nosotros se encuentra la honda que usó David, sólo hay que sacarla y activar nuestros poderes. Porque SÍ tenemos poderes: no hay que levantar la espada de Greyskull, ni ponerse el anillo de "la Mole"; no hace falta ponerse una capa, o deslizarse por un batitubo, ni llamar al chapulín colorado; no es menester halarle la cola a Aquimichú, ni dar vueltas con los brazos extendidos, ni activar el poder de los gemelos fantásticos.

En nuestros corazones yacen armas poderosas para obtener la fuerza y la firmeza. Sólo hay que enfocarse con alegría, entusiasmo, constancia y mucha entereza mental en la consecución de los objetivos. Sólo tenemos que unirnos a nuestras familias, amigos y compañeros y trabajar en metas colectivas. Sólo hay que encender nuestro motor generador de energía positiva y compartirla con los demás. Sólo hay que decidir ser feliz, y luchar por ella a toda costa. El enemigo lo que quiere es tumbarnos (en todos los sentidos) y pisar nuestras caras con las botas llenas de amargura, miedo y desamor.

Subamos los ánimos, seamos fuertes eslabones en cadenas de positivimo, e invitemos a nuevos integrantes a sumarse a esta terapia, puesto que tenemos un gran corazón colectivo que debe sanar. Recobremos la confianza en nosotros, y en los demás; liberemos la cortesía y el respeto; produzcamos más alegría y tolerancia; y aboguemos por el optimismo. Luchemos juntos en la fabricación de un escudo electromagnéticoextrasensorialsuperpoderosoespiritualplasmavirtualtermodinámico que nos proteja y que podamos ir expandiendo poco a poco hasta recuperar el terreno perdido.