Sobre @ArizonaRockCoach

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Princesa Hechicera del Reino Indómito de Urumaco; guarapera empedernida, coach ontológico, pasajera, y transeunte de una vida Sin Desperdicio

Guarapo

La Real Academia Española explica que la palabra "guarapo" es una voz quechua cuya definición reza: "Jugo de la caña dulce exprimida, que por vaporización produce el azúcar".

Para nosotros los venezolanos, el guarapo aparte de refrescar, también se asocia al temple y poder de decisión. Este blog tiene por meta refrescar con dulzura la fuerza en el corazón, y ayudarnos a continuar con optimismo y coraje este incierto camino que, cada vez más escabroso, se llama vida.

miércoles, 30 de junio de 2010

La pureza de Anita

Anita caminaba sonriente, sintiendo el olor de los mangos
y disfrutando de la luz de sol que entre las ramas de los árboles la acariciaba.
Un paso alegre y saltarín era el que llevaba, con su cabello que al viento le regalaba el olor de los azahares.

Ya no tenía dudas, ya no tenía pesar. Sabía que la vida misma le dio la oportunidad de
expiar sus pecados y limpiar sus culpas. Aquellas entregas nocturnas y momentos de excesos la habían hecho más humana. Esos días de sufrimiento y el dolor de sus partos la habían acercado a Dios.

Anita respiraba profundo, llenándose de recuerdos gloriosos y canciones de amor. Tocaba el aire con sus manitas marcadas por un pasado tortuoso y sentía el sabor de dulces derrotas y ese amargo desamor. Ya no tenía miedo, ya no tenía rencor. Aquel proceder reprochable y su atribulada conducta, la habían hecho fuerte. Perdonar y ser perdonada la habían hecho pura.

Aunque tenía 70, se veía de 20. Con tantos sueños rescatados se hizo un vestido nuevo, que lucía orgullosa como un gracioso ornamento. Aunque no fue inocente, nunca su voluntad dobló, nunca fue obligada, y nunca se quebró. Hizo con sus errores un cuento, que a sus hijos más tarde leyó. Y de su experiencia un espejo que frente a la puerta colgó.

Anita aceleraba su paso, al ritmo de sus latidos trepidantes que silbaban en su oído un canto estridente. Pisaba fuerte sobre nardos y tulipanes, atravesando un camino verdecito rebosante de frescura. Atesoraba en su corazón horas de insomnio y de trabajo, una vida de entregas y batallas, y el más puro amor por ella. Desde hace mucho se había aceptado tal y como era.

Y aunque quería escribir más capítulos, ya se sentía maestra. Y aunque tantas veces jugó con la oscuridad ahora corría hacia la luz. No se arrepentía de nada, porque todo era de ella. Su corazón se detuvo, y su carrera también. Miró hacia atrás, y vio que sus hijos y nietos la lloraban. Miró adelante, y con su alma enternecida se percató de que gracias a su pureza, el cielo le esperaba.

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