Gloria mecía su pelo al ritmo del viento, mientras caminaba altiva por el malecón, mostrando con garbo su figura torneada y su piel trigueña tostada por el sol.
Divisaba a lo lejos un horizonte naranja que escondía tímidamente al día que estaba por llegar, mientras sus tobillos enterrados en la arena sostenían el peso de tan grande emoción.
Veía a lo lejos llegar el barco de su amado, aquel, el hombre más fuerte y valiente de la ciudad; aquel que habiendo enfrentado peligros y tentaciones en alta mar, la había escogido a ella entre todas las mozas del pueblo para desposar.
Gloria era tan hermosa que hasta los Dioses gustaban de ella, de sus labios carnosos, de su figura esbelta y de ese caminar cadencioso. Poseidón estaba celoso de aquel amor terrenal, envidiaba profundamente al joven pescador, a quien en más de una ocasión trató de vencer encubierto, vestido de tormenta, escondido en el canto de sirenas o disfrazado de escualo.
Los ojos de Gloria se hacían más claros al recibir la luz del día, y su rostro más cercano al sentir la presencia de su futuro marido. En cuestiones de segundo el cielo se hizo gris, y del mar brotó una mano gigante de agua que blandió el barquito y lo destruyó.
Gloria paralizada sin poder entender lo que sucedía, se echó en llanto sobre el mar. Y al correr desde la orilla para salvar a su amor, fue interceptada por el propio Tritón que con ojos rabiosos le dijo: "No eres mía ni de nadie, esa es tu maldición. Que por bella te he querido y no has prestado atención. Ni cuenta te has dado que te he dado por regalo, abundante pesca para el pueblo y un oleaje apaciguado. Es que ni has reparado que al entrar a darte un baño, de criaturas hermosas te he rodeado y para no salarte la piel el agua en dulce la he tornado".
Gloria en un ataque furibundo arranca el tridente de sus divinas manos, con la rabia en la cabeza y los ojos llenos de dolor, enviste al dios malhumorado que al sentirse perturbado por el ataque y la humillación, recupera bruscamente su tridente y con severo tono vuelve a sentenciar: "Corre Gloria, trata de salvar a tu amado. Seguro quieres la muerte y no te la daré. Te haré de metal luminoso para que nunca envejezcas. Corre Gloria, igual haré que te saquen de aquí, no quiero que el agua te oxide y dejes de ser tan bella".
Gloria vivió para siempre dentro de una preciosa estructura de metal, mirando inmóvil desde el centro del pueblo, a los pescadores rendir tributo al dios implacable que delante de ella su novio mató. Observa a lo lejos esos amaneceres, y advierte a las mujeres hermosas sobre el peligro de ser envidiadas y peor aun, de ser orgullosas.
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