Una mujer de los Medios

Fotografía: Rafael España

Una de estas noches caraqueñas, llenas de luces de marquesinas y spotlites, de esas de pruebas de sonido y de atriles, y de divertidísimas conversaciones nerviosas de backstage, se abrió una brecha en medio de un incómodo silencio para escuchar en la voz de un artista querido, admirado y respetado por mi la frase: "Tú eres una mujer de los medios". Ante mi cara de sorpresa y mi mirada de extrañeza, el prodigioso músico prosiguió - "Haces radio y escribes en varios medios de comunicación, te graduaste de periodista, sí, tú Arianny, eres una mujer de los medios".

A veces el ritmo despiadado de mi trabajo, el enfoque en los retos asumidos y las angustias cotidianas me hacen olvidar algunas cosas, por eso no es de extrañar que mis amigos me hagan este tipo de aclaratorias. Y mi cara de asombro realmente era por la sonoridad de la oración, por la contundencia de sus palabras y por el remolino de ideas que sacudía mi pensamiento en ese momento, al reparar en el significado de Medios no como aquellos canales masivos que difunden información y comunican criterios y opiniones a un receptor, sino como al plural de aquel adjetivo que designa a todo aquello que está entre el extremo de dos cosas y de intermedio en tiempo y espacio.

Y al apoyar mi cabeza sobre la almohada con el corazón hinchado por el placer que me produce la música, me dispuse a divagar en las imágenes que recubren la Capilla Sixtina de mi imaginario y me fui . . . lejos . . . perdida entre las dendritas fucsias de mis neuronas.

Efectivamente soy una mujer que hace vida en diversos medios de comunicación, pero realmente: Soy una mujer de los medios naranjas, morados y magentas que se difunden en el horizonte cuando atardece en cualquier paraje de mi entrañable estado Falcón.

Soy una mujer de los medios aereos de cocción, como una parrilla, unas brasas ardientes, un grill o un rústico horno de leña.

Soy una mujer de los medios como puntos de reflexión y equilibrio, como media acuariana y pisciana utópicamente en una búsqueda perenne por la justicia, la igualdad y la armonía.

Soy una mujer de los medios taninos que le dan dulzor y frescura a los vinos; y de los vasos medios llenos y medios vacios de ron y de whisky con mucho hielo.

Soy una mujer de los medios de transporte que en movimiento constante me inducen al más incontrolable adormecimiento

Soy una mujer de los medios alternos de comunicación como las redes sociales, la telepatía, las señales de humo, las sonrisas con los ojos y los mensajes en las botellas.

Soy una mujer de los medios espirituales, esos que nos abren la vista y el corazón a las cosas que están más allá de lo evidente y que le dan un caracter de criaturas especiales a los homosapiens, más allá del título de simples mamíferos, animales mortales.

Soy una mujer de los medios caminos y las nuevas oportunidades; de echar para atrás para encontrarse de nuevo y de levantarse las veces que sea necesario.

Soy una mujer de los medios ambientes más puros, más dignos, más contentos con nuestra presencia, y de aquellos donde no hay bolsas plásticas flotando en las calles como basura.

Soy una mujer de los medios amores, esos que quedan suspendidos en el aire, pululando en el étereo espacio de mis recuerdos y ganas, bajo la apariencia de cúmulus con forma de momentos perfectos que se desvanecerán al momentos de abrir mis ojos.

Soy una mujer de los medios grises, esos que en una infinita gama se erigen como intensas alternativas ante la militante severidad del blanco o el negro.

Y será por ser de los medios, que siempre estaré inmersa en épicas luchas en medio de mis contrariedades buscando Dorados impensables o colosos invisibles, en constante movimiento persiguiendo algo que tal vez realmente no quiera encontrar, debatiendo mis ideas entre las idealistas estrellas y la árida disciplina que se sierne para alcanzar las metas, luciendo con orgullo (como me ha dicho otro gran amigo artista de la gerencia y de saco y corbata) el cartel de Transeute Eterna de esta existencia.