Fotografía: Lute DénizSin intención de criticar, a lo largo de mi existencia he tenido la oportunidad de toparme con todo tipo de gente, y después de muchos análisis sociales y geopolíticos puedo llegar a la conclusión de que las personas se dividen entre las que asumen las riendas de su vida con entereza y actitud positiva tendiente a la felicidad, y las que no.
Para el primer grupo, los milagros existen y se presentan constantemente durante la cotidianidad. Para el segundo, son un mito.
Yo comulgo con los que han decidido ser felices, y me conmuevo todos los días ante la grandeza de Dios y sus hijos predilectos. He tenido la dicha de ver con los ojos del corazón los pequeños milagros que a diario acontecen, y en el día de hoy la lluvia de milagritos no fue normal: luego de soltar la presión un paquete muy importante para mí llegó; después de un montón de desacuerdos ya escogí con quién me voy a casar; mi alma gemela se sacrificó y ahora es más grande; el otro componente de mi equipo de trabajo encontró un oficio en el que realmente se siente feliz; las loas y palabras de apoyo no han dejado de florecer; la lluvia pasó; vi a mi más reciente Ex y no me dio ni coquito; a los nuevos productos ya le están poniendo el precio; mi Lola ya cantó a los 7 vientos que está comprometida; en fin, un día maravilloso, cargado de emociones y, partiendo de la teoría de José Barroso que dicta que la belleza está en todo aquello que conmueve, hoy ha sido un día profundamente bello.
Los milagros llegan cuando te relajas, y ocurren todos los días sin parar, solo hay que abrir los ojos del corazón y prestar atención.
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