Que sin prisa y sin motivos, me he sentado a contemplarte
y sin saberte ni extrañarte la verdad se hace inminente.
Que aun alucinando sumergido en tu sueño intransigente
la felicidad no se detiene a tu lado, ni siquiera para verte.
Y en un vaporoso suspiro, como de otro mundo llega a mi mente
ese anhelo complejo, febril, insurgente,
que me dice con dulzura que volverás transgredido
consciente del error cometido cuando decidiste perderme.
Que ya le agradezco al tiempo haberme dado el olvido,
y mirarte sin reproches, sin dolencias, sin pesar ni tristezas silentes.
Que sigo construyendo mis sueños, pasado, futuro y presente,
mientras espero tu atormentada llegada, aquí sentada, paciente.
Y aunque mi corazón no te resiente, no pierde tiempo guardándote rencor,
mi mente tiene por seguro que me habrás pensado ya más de mil veces.
En tus noches de angustias y en tus atardeceres sin horizontes,
en las cenas de familia, en tu necesidad de Fe y en tus vicios yo estoy presente.
Que en varios momentos habrás dudado, y siempre habrás comparado.
Se que no estás contento con el cambio, y aun así te quedas inerte.
Que el orgullo te ofusca y los prejuicios te han ganado,
y esas son las cosas precisas que se han llevado el quererte.
Y aunque mi soledad todavía no tiene suplente
mis vacíos los lleno de alma, ideas, palabras y más gente.
Me duele el pecho cuando las visiones contigo me ufanan,
porque ya yo sufrí, pero el dolor tuyo será contundente.
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