Se cogen ruedos y dobladillos, se pegan botones.
Se hacen polos, bollos y empanadas.
Se preparan guarapos y pócimas de amor.
Se prenden velas, se dirigen plegarias, se rezan rosarios y se cree mucho en Dios.
Se visten barbies, y se maquillan muñecas.
Se remiendan entuertos, daños y contradicciones.
Se elevan papagayos y decretos universales.
Se regala música, se diseñan sonrisas, se baila sin melodías y se reparte felicidad.
Se hacen panfletos, trucos y poesías, se cosen canciones.
Se dibujan playas, horizontes y riachuelos.
Se parepetean sueños recurrentes y desilusiones.
Se realizan videos, se toman fotos, se organizan saraos y se suman voluntades.
Se cocinan proyectos y se rostizan planes.
Se forjan buenas intenciones, anhelos y bendiciones.
Se ama con locura, con vehemencia y sin restricciones.
Se redactan cartas, se toca el udú, se tejen vidas y se hilvanan frases optimistas.
Se escriben artículos y reportajes, se produce publicidad.
Se inventan nuevas palabras, razones y excusas.
Se buscan quintas y sextas patas, colores en el viento y pruebas de amor.
Se recolectan esperanzas, se doman fieras irreales, se aflojan tornillos y se ofrece perdón.
Se arreglan collares y carteras, se pegan cierres.
Se coleccionan ilusiones y curitas para el corazón.
Se aceptan donantes, despistados e inexpertos.
Se capturan imágenes, se cazan momentos, se ven angelitos y se convierte todo en celebración.
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