Hoy solo se tienen algunos desperfectos, que se traducen en nada ante la imponencia de un acto de justicia.
Hoy se viste de aurora la tarde sabrosa que canta para mi al ritmo del honor y la humildad.
Hoy levanto encapillada mi copa para celebrar un triunfo que es solo mío y que me valió sombríos momentos de angustias y desasosiego, de vergüenza y mucha culpa.
Hoy suenan en el recinto de mi cabeza redoblantes y platillos, y se explotan cohetes de alegría que brillarán por siempre en mi cerebro reptil.
Hoy he comprobado una vez más que soy hija consentida de Dios, y que toda lucha por pelearse ya es victoria, aunque ocurra el desenlace mil años después.
Hoy nuevamente renazco dichosa de entre las cenizas de mis errores para cerrar capítulos funestos de mi vida.
Hoy me libero de un karma, que yo solita, sin intercesión de nadie, me busqué.
Hoy se abre paso entre las nubes, el sol radiante y perfecto para regalarme agazapado un atardecer que tiene mi nombre, y el olor de la redención.
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