EL REPULINCHE

Fotografía: Jaime Garvett

Regreso a este ejercicio jocoso que me llena de gozo, este divertimento de trasladar al mundo de las palabras mis enrevesadas ideas melódicas y multicolores, para contarles a ustedes cómo desde hace 2 o 3 semanas llegó a mi vida una palabra para darme más felicidad.

En un momento de agobio, de esos propios del remate desgastante en lo físico y emocional de quien se acerca al final de una ambiciosa meta, le comentaba vía bb messenger al parlanchinamente acertado y asertivo Wilfredo Arias, que ya solo me faltaba un patrocinante para alcanzar la cantidad necesaria de asociados en la confección de este proyecto soñador y sin fines de lucro de las bolsas ecológicas para la reducción del consumo de bolsas plásticas, cuando de su ingenuo léxico campechano y coloquial me responde un pin que citaré textual:"-o sea, estás en el Repulinche que llaman-".

Como reacción inmediata mis carcajadas afloraron copiosas de mi cara, hasta con las típicas lágrimas que anuncian que me ha dado mucha risa el comentario. Transcurrieron 2, tal vez 3 minutos de aquella epifanía, cuando ante mi maravillada ignorancia pregunto por el significado de tal vocablo, a lo que él con su humor armónico y sabrosito respondió: -repulinche es la última gota de energía, es la reserva de cualquier cosa- yo que aun andaba fiebruda con la teoría del FUÁ! comparé esta versión de reserva con aquello de dar el extra y sacar la Fuerza Universal Aplicada, esa a la que hay que apelar cuando se cree que ya no se puede más.

Y aunque en un principio retumbó en mi mente esta palabra por sonora, diáfana y folklórica, y aunque no está registrada en la Real Academia Española, REPULINCHE encierra entre sus diez grafemas un cúmulo de energía ancestral y universal que yace en cada uno de nosotros esperando latente para provocar estallidos de fortaleza que nos impulsen justo en ese momento oscuro en el que el cansancio y el desgano nos detienen la marcha.

Wilfredito usó como ejemplos: el repulinche de gasolina con el que llegamos justicos al lugar donde teníamos que llegar, y aquel repulinche que tenía en la cartera para pagar esa pequeña eventualidad, y luego de una maravillosa diatriba concluí que se trata de la versión corianita del FUA!

Y suscribiéndome a aquellas profundas palabras que a la gran mayoría hacían reír dadas las circunstancias en las que fueron escuchadas públicamente por primera vez, pronunciadas erráticas en medio de una sublime borrachera por ese manito que se adjudicaba poderes especiales, y que fueron tomadas con ligereza: tenemos que sacar el extra, y darlo todo. Y cuando pienses que ya no puedes más, mira hacia arriba con los brazos extendidos y los puños cerrados y saca el FUA!!!!! el FUAAAAAAAAAAAAAAA!!!!

Aun en los instantes más imprecisos cuando el alma esté cansada de tirar del carro y luchar; aun en aquellas noches oscuras en las que no veamos la luz de la luna y la estrellas, y confundidos por no poder avanzar nos provoque llorar; aun en la incertidumbre que provoca la avalancha de los ataques imprevistos de la adversidad; aun en la desolación que se siente cuando nos damos cuenta de que somos casi invisibles punticos de vida ante una inmensidad infinita que causalmente se alinea para obligarnos a crecer . . . aun en esos inexorables momentos, contamos con una chispita de luz, guardada en un cofre escondido en el rincón más remoto de nuestro corazón . . . esa que Wilfredito, en medio de su echadera de broma, llamó el Repulinche.

Cuando activamos el repulinche se recargan los motores que propulsan nuestras acciones, se lubrican nuevamente los engranajes, y se echan a andar, como cuando presionamos el botón de nitro en nuestros vehículos de carrera.

Así que la moraleja de esta divertida historia, y osaría a llamarla también ameno análisis, es el siguiente: cuando al carro de nuestras vidas se le espiche un caucho y creas que ya no puedas andar, y te dé miedo porque la vía está desierta, incierta y oscura, siempre tendremos en la maleta del carro ese caucho de repuesto, que de paso viene inflado con polvo de estrellas para darle más power a todo el motor. En México es conocido como el FUAAAAA, pero aquí, "más acaíta", lo llamamos el REPULINCHE!

#MUEVELO