Sobre @ArizonaRockCoach

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Princesa Hechicera del Reino Indómito de Urumaco; guarapera empedernida, coach ontológico, pasajera, y transeunte de una vida Sin Desperdicio

Guarapo

La Real Academia Española explica que la palabra "guarapo" es una voz quechua cuya definición reza: "Jugo de la caña dulce exprimida, que por vaporización produce el azúcar".

Para nosotros los venezolanos, el guarapo aparte de refrescar, también se asocia al temple y poder de decisión. Este blog tiene por meta refrescar con dulzura la fuerza en el corazón, y ayudarnos a continuar con optimismo y coraje este incierto camino que, cada vez más escabroso, se llama vida.

sábado, 18 de agosto de 2012

Encontrarme otra vez

Fotografía: Gerardo Mendoza
Texto: Arianny Valles

Sumergida en un infinito charco de agua salada
limpio las sangrantes heridas que me ha dejado el azar.
Trémula, desolada y sollozante contengo las lágrimas impías
y en un suspiro se me escapan desesperadas las ganas de gritar.

Desvariando en un paraje oscuro y solitario
donde siempre es invierno porque no brilla nunca la luz del sol,
busco fatigada algún rincón o vericueto sagrado
en el que pueda por un rato anclarme tranquila a tomar calor.

Inmersa en un panal de furtivos transeúntes soñadores
soy abatida por la desfachatez de parásitos maniobreros que solo se quieren aventajar
del acalorado esfuerzo que exhalo todos los días,
para acreditarlo como un falso logro a  otra cuenta personal.

Presa del agotamiento, con la cabeza gacha mirando el camino encomiado
se me ha olvidado el color de las estrellas y el olor de los sueños,
y me azota con fiereza la tristeza de no encontrar tiempo para pensar,
añorando pesarosa un espacio de inspiración y consuelo.

Caminando torpe e insegura en un suelo minado de envidia,
suspiro a cada paso, con los ojos vendados por la cotidianidad
esperando a cualquier instante una explosión de verdades
de esas que te lanzan con fuerza lejos, para en otro punto comenzar.

De puntillas, sometida por una súbita y contra natura desconfianza
transito amordazada, sedienta, escueta, escasa de cordura, y con la vista nublada
huyendo despavorida de los envistes de inusitadas líneas enemigas
y de pronto, me detengo, sin mirar, al borde del foso profundo de ganas decepcionadas.

Sin darme cuenta estoy a punto de reincidir en el mal insatisfecho del que huyo,
de echar por la borda el valor trascendental del pensamiento que me ufano en profesar,
y en medio del cielo huracanado, con los ojos cerrados para no mirar hacia afuera
me encuentro con un universo interno luminoso que estaba a punto de desechar.

Abro los brazos al cielo, oliendo el perfume de la lluvia y sintiendo  truenos de tormenta
y al sentir el contacto de las primeras gotas, mis lágrimas impacientes empezaron a volar.
Me abrazo, me recibo, lo comprendo, me encuentro nuevamente.
Y de la tierra áspera se abren hoyos, la luz comienza a brotar.

Cesa la lluvia tenebrosa en mi paseo encumbrado por el sendero de la asfixia,
se despejan las nubes caprichosas, ahora del cielo también emerge luz sanadora.
Viéndolo todo más claro, respirando profundo de nuevo, veo que no estaba tan mal el camino,
y que aunque no percibía el cariño bondadoso, siempre estuvo conmigo la paz protectora.

Llegan tiernas, traviesas, sorprendentes y tímidas muestras de  amor sincero
a lamer mis agravios, proveerme de calor y embriagarme de esperanza,
y a decirme con músicas y cantos que todo estará bien, si me desprendo y desapego;
que se vale descansar un tanto para rediseñar la ruta y comenzar de nuevo la andanza.

Con el viento a favor inflando mis velas, vestida de sonrisas y canciones
me dispongo ya tranquila, sosegada, y con la vasija vacía
a surcar mares, sabiéndolos un tanto peligrosos, con la certeza de nuevos horizontes
y entendiendo que era mi vanidoso ego quien permitía a la injusticia propinarme esas heridas.

Y mientras caminan errantes desorientados, enceguecidos y adoloridos mis otros hermanos
por estos senderos habituales, consecuentes y necesarios para encontrarse otra vez,
apuesto por el perdón y por quitarme la carga, dejándole a la providencia la afrenta que me dolió.
¡Total! afuera hay un mundo diverso y majestuoso que me espera y que ya puedo recorrer.

Otros serán los que den vueltas en círculos detrás de sus colas coloridas,
y que competirán en infructuosas carreras por un lugar dorado en el que no saben que ya habitan.
Otros serán los que ignorantes de sus propias destrezas querrán aprovecharse de mi luz,
mientras yo le daré valor a mi vida, haciendo un capítulo inolvidable de cada día que viva.



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