Sobre @ArizonaRockCoach

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Princesa Hechicera del Reino Indómito de Urumaco; guarapera empedernida, coach ontológico, pasajera, y transeunte de una vida Sin Desperdicio

Guarapo

La Real Academia Española explica que la palabra "guarapo" es una voz quechua cuya definición reza: "Jugo de la caña dulce exprimida, que por vaporización produce el azúcar".

Para nosotros los venezolanos, el guarapo aparte de refrescar, también se asocia al temple y poder de decisión. Este blog tiene por meta refrescar con dulzura la fuerza en el corazón, y ayudarnos a continuar con optimismo y coraje este incierto camino que, cada vez más escabroso, se llama vida.

miércoles, 6 de junio de 2012

Machomenos - El Monólogo de Juan Ramón

Fotografía: Luís Gerardo García
Texto: Arianny Valles para la sección "Machomenos" de Sin Desperdicio

Juan ramón es extremadamente buen mozo, buen hijo, buen hermano y buen padre. Es honesto, generoso, trabajador, honrado, todo un hombre de bien.

Siempre fue muy planificado, ordenado y disciplinado. Toda su vida la había planeado, todas las tareas las había cumplido, todo lo que había alcanzado era a punto de un trabajo bien sudado.

Juan ramón siempre fue determinado, y todo lo que se propuso con mucho esfuerzo y valentía lo consiguió. De orígenes muy humildes de un pueblo de pescadores, llegó a cotizar acciones en la bolsa de wall street. Trabajó desde muy joven, y en esa empresa (a pesar de que no le gustaba mucho) se quedó, y después de 25 años calándose ciertas cosas, consiguió su jubilación.

Aun es un hombre joven, apuesto y atractivo, que ya cumplió con sus trámites sociales: trabajó siempre en un solo empleo, se compró su casa y su camioneta, se casó con una buena muchacha, con quien tuvo a una hermosa princesa, le compró una casa a su mama, y le tiende la mano generosa a sus hermanos cuando estos necesitan ayuda.

Juan ramón aun recuerda cuando hace 20 años conoció a una muchacha hermosa, de esbelta figura y graciosa sonrisa, de familia y de buen roce social, para él la chica perfecta para establecer un hogar y mejorar el status social. Lástima que la chica en aquel entonces estaba comprometida, porque con ella (dice él) hubiese sido el más feliz, les hubiese bajado del cielo la luna y algunas estrellas, y con su humor campechano mucho la hubiese hecho reir.

Juan ramon nunca le perdió la pista, y aunque su vida hacía con la buena muchacha, esa que le dio a su hermosa princesa, sabía y estaba conciente los pasos que daba el objeto de su afecto. Aquella muchacha de sus sueños tempranos, cometió el error de no hacerle caso a él y fijarse en un malcriado, que solo la hizo sufrir. En silencio se enteraba de aquella indetenible sucesión de eventos desafortunados que para él solo eran fracaso.

Pero por obra de todos los santos, las vírgenes, los ángeles y hasta los extraterrestres, se topó a la muchacha en una fiesta, y en seguida la convidó a bailar. La supo bonita y solterita (después de tanto maltrato a la chica no le quedó de otra que su malcriado marido dejar). Y él ya tenía un tiempito de la mamá de la princesa separado.

Su corazón latía fuerte y se quemaba en las dulces llamas de la emoción. Sus más secretos anhelos se desplegaban a su vista, como un pitcheo bombita, Juan Ramón este boche no se lo iba a pelar.

Y así convidó a la muchacha, y el teléfono le quitó. Y todos los días le brindaba el almuerzo, y la llamaba para salir. Como a él le gustaba la playa para allá siempre la llevaba, y como tenía tantos amigos, con ellos siempre compartía. Y era tanta su emoción que se le hacía corto el tiempo contándole de todas las proezas que había logrado en su vida.

Cada vez que se le daba la oportunidad de lucirse frente a la muchacha, Juan Ramón con la cola explayada como un pavo real le contaba cómo había amasado sus trabajadas fortunas, y cómo se había enfrentado ante terribles villanos siempre con la espada de la honradez y el trabajo triunfando.

Él viajaba en el tiempo a aquello momentos en los que quería tenerla y no podía, y así se lo hacía saber, con canciones y conversas que solo eran del ayer. Todos los días Juan Ramón preparaba su monólogo, por si acaso la muchacha que él tanto deseó le abría una brecha de espacio para que él la llenara con la vida que soñó para con ella y que no tuvo oportunidad de vivir.

Un día Juan Ramón, víctima de un pequeño descuido, la dejó hablar a ella, y ni una palabra le entendió, era como si un ente de la muchacha se apoderara, como si el tiempo la hubiese hecho otra persona. ¿Cómo que otra persona? Si, como esas que cambian a través de los años, y que aprenden con los trancazos,y que se descubren diferentes y felices fuera de los parámetros. De esas que a punta de patada y kung fu se han currado su vida y que seguro no van a dejar que venga ningún galán a imponerles naaaaaaaaaa.

Pobre Juan Ramón, se quedó petrificado un instante, y cerró los ojos por un segundo buscando en su recuerdo a aquella joven e inocente muchacha con la que él siempre soñó. Y cambiando abruptamente la conversación prosiguió hablando de sus proezas, y de sus logros, ignorando por completo la realidad que se le estaba planteando.

Pobre Juan Ramón que no ha querido entender que está enamorado de un recuerdo y que no ha querido aceptar, ni siquiera conocer, a esta nueva muchacha, que aunque emancipada y bohemia no deja de ser interesante.

Ah mundo Juan Ramón! Aun no le ha caído la locha de que a lo mejor esa moza con la que tanto soñaba solo vivía allí, en su cabeza, y que por no abrirse a otras ideas tal vez se pierde de un cariño bonito. Todos los días Juan Ramón prepara su monólogo, repleto de anécdotas de la infancia, de divertidas historias de su astucia y sabios consejos de labor. Esperando que aquella muchacha con la que soñaba, esa que en una fiesta se encontró, le vuelva a atender una llamada o aceptarle una invitación.

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