Fotografía: Luís Gerardo García
Y aunque los días se van al galope dejándome exhausta de tanto obrar, es lógico que me quede poco tiempo para pensar. Sin embargo, pienso y me detengo en una interrogante que me abate y me atormenta. ¿Cómo es posible que aun simplificando mi vida, y escribiendo solo lo estrictmente necesario, me quede sin palabras para mantener con vida este blog, que a mi alma le sirve de sustento y a mis idílicas ideas de pretexto?
Y mi sed de guarapo y de reflexión positivista ha llegado a un acuerdo con mi acucioso sentido de la responsabilidad, ese que me obliga a pensar en los objetivos y sobre ellos ahondar, dejandole casi asfixiado al sublime ideal de los sueños, que a su vez es el que propulsa al objetivo. En pos de que el hijo no se coma a la madre, o de que el producto no devore a su materia prima, me he propuesto trabajar de la siguiente manera: por cada 5 guiones que escriba guarapearé, grande o chiquito, mucho o poquito, tal vez con una palabra nada más, un video o una canción, o algún escrito del gordo, pero el ejercicio practicaré.
Y aunque se que a nadie interese este acuerdo, me pareció pertinente este decreto escribir, no tanto para que el seguidor empatice conmigo, más bien para que la canosa abnegada que se esconde en el trabajo para dejar de vivir se recuerde de que afuera hay un mundo, que se complementa con el universo interior, y que al final del día nos daremos cuenta de que es uno solo.
Y firmo este acuerdo solemne sin ánimos de alguna vez dirimir. Lo hago con sentimiento y por salud. Salud!
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