domingo, 18 de marzo de 2012
Guarapos Guardados
martes, 13 de marzo de 2012
Los Elefantes pueden Recordar
Dicen por ahí que cuando los bebés llegan al mundo con el cordón umbilical enrollado en el cuello, o cualquier otra circunstancia adversa parecida al caso que he mencionado, hay que ofrecérselos a San José, para que no tengan problemas para entrar a ninguna parte: a ninguna casa, a ningún colegio, a ningún trabajo, a ningún grupo, a ninguna vida, a ningún amor, a ninguna iglesia, a ningún ciclo, a ningún país, a ningún territorio, a ninguna aventura, a ninguna empresa, a ninguna etapa, a ningún restaurant, a ninguna playa, a ningún estado de concentración, a ningún sueño, a ninguna tienda, a ninguna farmacia, a ningún concierto, a ninguna fiesta . . . a ninguna parte.
Yo, he cargado toda mi vida orgullosamente con el José como segundo nombre, creyendo en un principio (y hasta no hace mucho) que se debía al hecho de que al esperarme varón primogénito, mis progenitores no se habían avocado a la tarea de buscar un nombre femenino. Como lo he dicho en otras ocasiones, dada la fervorosa admiración de mis padres por la irreverente y feaciente Santa Lucía, lo más lógico es que me hubiesen nombrado como ella, para rendirle tributo a la patrona de la Parroquia del Empedra´o donde hizo vida en infancia y juventud, mi guerrera wayuú de temple de acero y voluntad explosiva; y a la deidad que por creencia popular y devoción heredada se ha convertido en la protectora espiritual de mi maestro en materia de respeto, idealismo y vocación de ayudar.
Recuerdo que siendo niña alguna vez le pregunté a mi mamá la procedencia de mi nombre, a lo que ella respondió: "Arianny porque era la protagonista de un libro que estaba leyendo cuando te tuve, y José para que no se te olvide que ibas a ser Rolando José". Ante la emergencia de anotar mis datos para el posterior registro y luego elaboración de la partida de nacimiento, tuvieron que apelar por la variación del nombre de un personaje de un libro de Agatha Christie. "No recuerdo cuál era el libro, y tampoco el nombre preciso del personaje, creo que es Arianna o Arianne, yo se que cambié la última letra para ponerle mi toque" dijo mi mamá.
Y desde niña comencé a prestar atención, aunque no muy acuciosa, a los libros de historias de suspenso policíaco que escritos por la inglesa autora de 79 novelas y 10 relatos cortos traducidos en 103 idiomas, abundaban en los anaqueles de mi casa. Leía algunos, sobre todo los que incluían la presencia divertida de Hércules Poirot.
Dejaba pasar cierto tiempo, y volvía a mi madre preguntar sobre el título del libro que leía ella en la clínica mientras esperaba por darme a la luz, y cada intento era infructuoso porque Nievecita no se acordaba, o por lo menos eso me hacía creer. Yo me distraía con el acontecer que enmarañaba y daba emoción a los capítulos del libro de mi vida, y en momentos de extraña lucidez saltaba de mi ego la curiosidad por saber la procedencia de mi nombre, que se supone me describe como persona, e investigaba entonces cosas como que Ariadne/Ariana significa alegría, mujer bondadosa y muy santa; que hay un personaje de la mitología griega que lleva ese nombre, la hija de Minos, princesa Cretense que enamorada del Rey de Atenas Teseo, le proporcionó el hilo de oro, con el que pudo salir del laberinto tras haber dado muerte al minotauro que aterrorizaba a su pueblo.
Cuentan las leyendas que después de salvarle la vida y al momento de la huída, el muy desconsiderado Teseo, la dejó dormida en Naxos, donde fue vista por Dionisio, quien luego de echarle el ojito, le pusó el anillo y las redes del matrimonio también. A la pobre, no le quedó de otra que serle fiel a su marido, también conocido como Baco dios del Vino (casualidad número 1) o como Eleuterio el Libertador (el día de mi cumple según el santoral cristiano es de San Eleuterio, casualidad número 2), y darle un hijo llamado Enopión. El fin de sus días es incierto, y las hipótesis se pasean entre el rescate que su esposito le lanzó después de un suicidio ahorcada de un árbol, su conversión en estrellas de la Constelación Corona Borealis, y el asesinato propinado por Perseo el semiDios que protagoniza la furia de Titanes.
Hay quienes asocian a Ariadne por la presencia del hilo en su historia con otro personaje: Aracne, la experta tejedora que desafió y deshonró a la Diosa Atenas al ganarle en un concurso y que en castigo por su atrevimiento fue convertida en Araña (en algún momento de la adolescencia en el colegio me llamaban Araña, coincidencia número 3).
Pasados los días de mi fascinación por la mitología griega, mucho tiempo después, me encuentro en mi casa con el primer fascículo de una colección de Agatha Christie, que ejemplar tras ejemplar llegaría todos los lunes junto al diario "El Nacional". Al ver que en la primera página aparecían los principales personajes de cada novela, vislumbré la oportunidad de descubrir cuál era el libro de mis tormentos en el que se encontraba el personaje que había inspirado mi nombre sin necesidad de leer todo el escrito, razón por la cual le solicité a mi respetado padre me hiciera el favor de obserquiarme la colección.
Y así transcurrieron como 2o lunes, en los que llegaba en horas del mediodía desesperada a mi casa, para hojear la primera página de cada libro con la esperanza de encontrar mi nombre, o uno parecido al menos. Hasta que por fin tuve en mis manos "Los Elefantes Pueden Recordar" novela policíaca que data de 1972, en el que Hércules Poirot ayuda a "Ariadne Oliver" a descifrar el misterio detrás de la muerte de sus compadres, como 15 años atrás.
Pasaron algunos meses, y el libro junto a sus hermanos de colección reposaban en el estante que yace en la pared donde apoyo mi cabeza a la hora de dormir. Y así estuvo un tiempo: cerradito, llevando polvo, envuelto en su celofán . . . las actividades mundanas y el acontecido trajín que en algunas épocas transgrede mi existencia me impedían mirarle, mucho menos leerlo.
Fue gracias a un impulso de la providencia, y aprovechando la indulgencia de la época decembrina que comencé a leer nuevamente, después de meses de escritura contínua y absorvente obligada por la producción de mi programa de radio. Y leí otras dos novelas primero, la primera tenía como protagonista a una Ariadne (casualidad número 4), hasta que descubrí que Ariadne Oliver era una mujer astuta y sagaz, pícara, aguda, educada, respetuosa, un poco extravagante, un tanto soberbia y muy obstinada, pero comprometida con sus objetivos y con las responsabilidades adquiridas, idéntica a su creadora, y capaz de lograr la proeza de revelar un secreto oculto bajo las capas del polvoriento pasado.
Pocas cosas se pueden dar por ciertas, una de ellas es que cada quien decide pensar lo que quiere y asumir una postura propia ante los sucesos, ¿que sí son los nombres los que nos describen y definen? alguna influencia por programación emocional tendrán sobre nuestra personalidad, seguro. Yo decidí creer que soy un poco de la Ariadne fiel esposa del Vino (upsss, del Dios del vino), la valiente Ariana creada por Danielle Steele, la Ariadne Oliver de Agatha Christie, la talentosa Aracne y hasta de la mártir Lucía de Siracusa, esa que no aparece en mi nombre, pero que era muy creyente de Águeda de Catania (Amo con locura a mi Tía Águeda, que Dios la tenga en su gloria, causalidad número 5).
Y también decidí que, aun preguntándome si habrá más elefantes en mi cuento porque mi mamá no se acordaba de nada, "Arianny" no me define, soy yo quien le ha dado significado, y le da valor a ese vocablo honrando cada encuentro durante mi existencia y los días que la vida me regala para hacerlos grandes, divertidos, generosos y valiosos también en el sendero de los demás.
lunes, 12 de marzo de 2012
Más prosa, más poesía
martes, 6 de marzo de 2012
Capítulo Vinotinto
El amor de mi vida
Por Marcelo Heredia
Hay quienes dicen que soy "Demasiado fanático" pero ellos no son quienes sienten así que no me entienden...
Me hablan de buen fútbol, cuando el mejor partido que he visto lo jugué yo saltando en unas gradas.
Me hablan de alegría, pero nunca brincaron una reja y salieron corriendo al campo a celebrar un campeonato.
Me hablan de amistad, pero nunca han abrazado a un extraño con la emoción de un gol.
Me hablan de igualdad, cuando uno mi voz con la de gente que ni identifico.
Dicen defender sus ideales, pero no saben lo que es defender a nuestro fútbol con un terco "pastelero"
Que me van a hablar de energía? Si cada vez que salto me impulsa el sonar de los bombos y trompetas.
Que me van a hablar de gloria? Si no vivieron el partido de la clasificación al mundial sub20?
Que me van a hablar de sentimiento? Si nunca se pelearon defendiendo a su club del Futbol Venezolano en el liceo.
Que me van a hablar de familia? Si nunca saludaron a un extraño solo por tener la camisa del equipo de tus amores.
Que me van a hablar de sueños? Si cada vez que pienso en mi Vinotinto en un mundial, sonrío de manera estúpida.
Como vas a saber lo que es LLORAR? Si nunca perdiste ese partido que te servía hasta un empate.
Que me van a hablar de fe? Si en cada balón parado me hago la señal de la cruz.
Que me van a hablar de locura? Si nunca te dieron ganas de bajar de las gradas y anotar el gol.
Que me van a hablar de rabia? Si nunca tuviste la necesidad de criticar a uno de tus jugadores y decir "La camiseta no suda sola"
Que me van a hablar de ODIO? Si nunca te calaste a un pastelero burlándose de tu equipo en tu cara.
Que me van a hablar de sentimiento? Si nunca dijeron "Hoy Perdimos" o "Hoy Ganamos" (NOSOTROS)
Que me van a hablar de poesía? Si nunca han cantado junto a miles de personas un coro de aliento.
Que me van a hablar de PASIÓN? Que me van a hablar de AMOR? Que me van a hablar de VIDA?
Si nunca han visitado un estadio de fútbol.
Que me van a hablar de LOCURA... Si nunca han sido hinchas de un equipo.
Estos es sentimiento, algo que no se puede explicar, no es solo fútbol, es amor pleno y TOTAL
Solo fútbol
Por Marcelo Heredia
Muchas veces me han dicho “Es solo fútbol Marcelo, cálmate” y yo pienso, si la vida también fuera “Solo fútbol” sería mucho mejor, más allá de ser una pasión el fútbol llega a ser un estilo de vida, la manera en que planeamos nuestros horarios, si haces un viaje, lo primero que guardas en tu maleta es la camiseta, bufanda y todo lo alusivo de tu equipo, porque esas cosas las sientes parte de tu vida, porque gracias al fútbol, nunca has dicho “Que fastidio, hoy juega la Vinotinto” como hacen la mayoría de las personas, para mí, esos días que juega mi equipo son sagrados, donde sientes esa necesidad de entregarle tu fidelidad a una camiseta y serle leal, con el propósito de alentar, ganando, perdiendo, goleando o siendo humillado; porque en las malas TE AMO MÁS. Por todo esto y más “Solo Fútbol” es un sentimiento gigantesco, y “Solo Fútbol” es mi vida.