Hola ¿que tal? Hoy me apetece sentarme contigo a conversar. Como hace tanto, tiñendo mi lengua con vino y matizando la angustia del día con el aire tibiecito de una tarde naranja, morada y rosa, de esas que solo se ven por aquí.
Hola te vuelvo a decir desde lejos, mientras afloran estas ganas que tengo de tomarte de las manos y leer tus palmas tan rayadas, mientras tú, nervioso, tarareas aquella canción. Y entablar aquellas conversas en las que yo te cuento mis planes esos que nunca realizo, y vos mirándome ansioso solo hablas de vos.
¡Holaaaaaaa! es que me alegras la vista con tu cabello desarreglado, esa barba que decidida se asoma y el mensaje desafiante de tu franela. Y se empiezan a colar las ganas que tengo de caminar a tu lado y de cualquier cosa reír. Sabiendo que hay un solo aquí y un solo ahora, y que este momento en el que suena en mi playlist aquella canción que me gustaba tanto verte tocar, es el instante perfecto para darte todos aquellos besos que a regalarte nunca me atreví.
Hola. Es que apenas te asomas y a mi me da emoción, se me acelera el ritmo y a kilómetros de distancia puedo tu aroma sentir como brisa primaveral que me roza los labios. Y a mi vista completo no terminas de salir cuando cuando me lleva la avalancha de recuerdos bonitos e ideas triunfales que contigo quiero compartir.
ouch! Hola. Me digo yo por dentro, inmóvil, entumecida, paralizada, temerosa, temblorosa y transpirada, mientras apenas atino a esconderme de aquel cuadro nefasto que me desgarró la poesía con el filo criogénico de la realidad. Mejor sigue hablando con ella, de tus proyectos profanos y de tu sistematizada relación con la soledad, dile que ya no eres tan ágil, que a veces te sientes inseguro y que ya no sonríes sinceramente con tanta facilidad.
Hola! te digo en silencio mientras te veo por allá caminar de la mano con ella, eclipsado con su belleza y con su manera de obrar. Yo dejaré mis temores, y con la frente en alto, mi mejor sonrisa y el pecho erguido saldré a la calle, a vagar errante en busca de esas tertulias asombrosas y embriagadoras que tan feliz me hacían, me hacen y me volverán hacer sentir.
¡Adiós! que encuentres cobijo y un lugar para las estrellas mirar; que nunca falte el pan en tu mesa, ni la música en tu hogar; que ella sea la definitiva y que a tu alma llegue la paz. Yo lo merezco todo, porque todo estoy dispuesta a dar. Y no me has dejado más remedio que tomar la vía que llevaba, esa que me enseña a brillar.