poderoso, fuerte y muy capaz.

Fotografía y Texto: Arianny Valles

Somos luz y energía trepidante en constante evolución, en perenne movimiento. Sin embargo hay momentos en los que distraídos y despistados nos olvidamos del camino hacia nuestro propio desarrollo, ¿y esto porque? porque nos quedamos pegados en la contemplación del entorno específicamente en la vida de los demás, y en vez de hacer un vuelo rasante, sintético y analítico del aprendizaje que podemos obtener de cada quien, a veces caemos rendidos ante la tentación punzo penetrante de envidiar, convirtiéndonos así en frustradas turbinas generadoras de mala vibra y estancamiento del ser.

Somos humanos, apegados a la tierra y tendientes siempre a buscar el camino fácil para la resolución de todos nuestros conflictos, sacudidos diariamente de malas noticias y programaciones negativas, empeñados todo el tiempo en vivir el día a día sin intención alguna de abstraerse del cuadro y ver desde otra perspectiva hacía donde nos conducen nuestras acciones, presas indefensas del sistema económico e inmersos en las arenas movedizas del desasosiego y la cara más dura de la responsabilidad.

A lo mejor nadie nos lo ha dicho, y por ende no hemos reparado en lo que hay más allá, y el análisis exhaustivo de nuestras conductas. Hoy, el llamado es a identificar aquellos momentos en los que nos descubramos queriendo tener lo que ostentan los demás - como si fuéramos incapaces nosotros de obtener nuestros anhelos y alcanzar poderosos nuestros propios sueños -. Hoy la invitación es a mirar hacia dentro, de forma humilde y botando de la casa al ego.

Veremos que somos seres diminutos en medio del universo, cargados y repletos de viles defectos, pero también miraremos asombrados cómo a pesar de ser mamíferos depredadores también poseemos alma y espíritu, que habitando en nosotros nos impulsan a acometer las más asombrosas hazañas y los más intrincados actos de amor. Hoy, se nos pide que nos miremos al espejo con orgullo y determinación, y que nos abracemos con ese ser maravillo lleno de imperfecciones pero con dos, tres y hasta cuatro virtudes.

Hoy, es buen día para reconectarnos con los tesoros de nuestras vidas, que aunque acontecidas y llenas de angustias, al hurgar en la profundidad del recuerdo seguro encontraremos aquellos momentos en los que hemos brillado con la intensidad del triunfo que yace en los pequeños actos y en la cotidianidad. Y allí, en ese instante preciso, tendremos la epifanía de saber que envidiar realmente es una pérdida de tiempo, porque sí tenemos la capacidad de alcanzar nuestras propias victorias y amasar en forma de objetivos aquellos deseos que antes de esta apertura en el tiempo se tenían por suspiros de algo imposible de alcanzar.

¿Quién dijo miedo? ¿Quién te ha dicho que no eres capaz? Basta con abrir bien los ojos y escuchar un poco más al corazón, para entender que somos los dueños de nuestro propio destino, los capitanes, presidentes y directores de esta empresa maravillosa que llama vida, que en su viaje estrepitoso entre las lecciones que tenemos que aprender nos asusta a veces con parajes de dolor y desolación pero que al final se manifiesta como un ente propio y sigiloso, que se descubre majestuoso ante aquellos que ven que lo grandioso del viaje no es el destino, sino el hecho mismo de viajar.

No te quedes anclado envidiando, libérate de esa carga y lánzate a la aventura siempre gratificante de emprender el recorrido sabiéndote poderoso, fuerte y muy capaz.