Aceptar es otra clave

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Seguramente en más de un momento de auto observación nos habremos encontrados amargados y subyugados por el dolor que causa el resentimiento.  ¿Cuantas veces  habremos llorado inconsolables porque las cosas no nos salen como queremos? Y seguramente como consecuencia a este decepcionante momento nos habremos colmado de rabia y de justificación ajena por lo que ha sido realmente un autogol.

Se dice por ahí,  y creo que con toda razón,  que el resentimiento ocurre cuando la imagen que nos hemos hecho en nuestra mente, en relación a alguien o una circunstancia, es diferente a lo que sucede en realidad. Y cuando nos ataca el resentimiento nuestros más bajos sentimientos se enfocan en la situación económica,  la crisis, el presidente, la oposición,  determinado programa de televisión,  los ministros, los empresarios, los corruptos, los curas, los papás,  nuestras parejas, los evangélicos,  los artistas,  los ricos,  los pobres, etc. Y así gastamos tiempo y energía buscando culpables por nuestros "fracasos".

Pero lo cierto hermanitos,  es que, en primer lugar, no existe el fracaso, porque cada circunstancia viene cargada de lecciones y oportunidades de crecimiento; y segundo, que para hacer un plan es necesario entender que no podemos controlar lo que hacen, piensan, opinan los demás.  Lo que sí podemos controlar es nuestra actitud ante los avatares de la vida, y por supuesto nuestras acciones.

Es menester entender y aceptar que cada cabeza es un mundo, y que nadie tiene porqué pensar y obrar como nosotros. Por eso, no intentemos cambiar a los demás,  o no esperemos que cada circunstancia juegue a que ganemos, es mejor, antes de buscar infructuosamente cambiar la acción,  cambiar la película que nos hemos hecho en nuestra cabeza.

Aceptar es la clave. No tomándole como resignación o conformismo,  sino como comprensión de que no siempre se gana, y que los demás no tienen porqué actuar/pensar como uno. Acepta, que si quieres lograr cambios eres tú quien debe actuar, y que si en tus planes precisas el movimiento de otros actores eres tú el responsable de hacer entender el mensaje o escoger mejor a quién o quiénes involucras.