Fotografía: Madridfree vía Tumblr.com
Seguramente en más de una ocasión nos habremos encontrado caminando metafóricamente en largos y estrechos pasillos, dejándonos llevar por la ruta y con una visión borrosa y encandilada de dónde iremos a parar.
Tal vez unos pies agotados de pisar escabrosas superficies
y un camino cansado de ser siempre recorrido.
Tal vez parajes mágicos multicolores que han perdido brillo
y se han vuelto gris gracias al elegante añil de la rutina.
Y una inconformidad aguda, que amarga los bocados de esta deliciosa vida
y ahoga las ganas en un pozo profundo de desilusión.
Ante tal desoladora visión, lo más recomendable querido lector o querida lectora,
es respirar profundo, contar hasta 10 y tomarse un descanso.
¡Si! un descanso que permita abstraerse de la cotidianidad y salirse del rumbo
para renovar las fuerzas, inspirarse, elevarse y tomar uno nuevo,
o tal vez el mismo pero con ojos transformados y aires frescos con olor a vitalidad.
No es pecado ni penado, abandonar la carrera un poquito.
Hasta los corredores
se refrescan y repotencian sus naves cuando visitan los pits.
Así que si te sientes mareado por dar tantas vueltas, y la fatiga te oprime
date el permiso y regálate un tiempito para descansar.
Descansar la mente, el cuerpo y el corazón,
ameritan esfuerzos y valentías,
y ofrecen un cuidado asertivo para contigo, porque siempre debemos tener presente:
cuidarnos nosotros para poder cuidar a los demás.
Además promueve la inclusión en nuestros actos de nuevas ideas y procedimientos.
Descansa, tómate el tiempo para relajar la marcha
y llenar tus días de indulgencias,
a fin de retomar luego con más entusiasmo
y productividad.
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