Vuelve la pluma poetisa a mancharme la cara
con ardor de irreverencia;
a tatuarme con tinta caprichosa un nuevo rostro,
más difuso, más difícil en la mirada.
Vuelve azotar el viento en mi ventana
con furia y desespero;
que el quehacer me tenía dormida, guardada
en el cofre de cosas olvidadas.
Vuelve mi presencia a hacer temblar a los salvajes
con elegancia y estridencia;
que me late de nuevo el corazón, hoy con más crudeza,
el dominio de la razón no le hizo nada.
Vuelve a sonreír mi alma completica
con la vehemencia del que es liberado;
ya he soltado nuevamente las mullidas cadenas
que por idiota yo misma me he amarrado.
Vuelve mi pecho a quitarse los candados para dejarme salir
con premura y sin prudencias;
a seguir buscando sueños, lecciones y errores
y a escupir sobre la última línea que he trazado.
Vuelve a maullar decepcionado aquel lobo estepario
con dolor y sin reparos;
ya he entendido que la soledad es mi sentencia
y la acepto porque no quiero dejar de ser yo.
Vuelven a batir sus alas mis mariposas azules y amarillas
las que tengo guardadas en mi plexo solar;
y a cantar en coro mis corazonadas,
estoy cerca de un nuevo desastre, y no lo quiero evitar:
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